Conclusión

En los tres artículos elegidos, se ven representaciones variadas de una producción definitiva de los fines del siglo XVIII en la Habana. Como consecuencia del enfoque nuevo de los criollos en el mejoramiento de sus vidas multifacético, su identidad criolla fue fortaleciéndose, además porque tenía en el siglo XVIII más capacidad de expresarse, y circular estas expresiones, con la introducción de la prensa (La Colonia 303).

Según De la Torre Villar, un hombre ilustrado es alguien que “quiere emanciparse más que los otros de la sujeción a entidades extrañas: la autoridad política y religiosa, la tradición, las supersticiones, etc” (37-8). La educación a través de la filosofía ilustrada fue el método elegido por los intelectuales criollos para aquel mejoramiento, pero debía formarse con herramientas intelectuales de aquel sistema tan evocador de la libertad tendría implicaciones graves para la unidad de las colonias de España bajo la corona imperial. La identidad criolla cubana estallaba en Cuba y en el resto del mundo, pero a la vez fue inyectado con un sistema de pensamiento revolucionario.

Fue el objetivo del gobierno imperial de España “hacer más efectivo el uso de los recursos… [de sus colonias] en beneficio estatal,” y como consecuencia, España había de fomentar “la creación de instituciones culturales, científicas y literarias que apoyaran el desarrollo científico y tecnológico que requerían las colonias para su mejor explotación y también la educación del pueblo” (De la Torre Villar 43). Casas logró aquellas metas, de una manera, por la creación del Papel periódico: en el sistema imperial que existió a finales del siglo XVIII, mejorar  las vidas de los criollos de Cuba, implicaba también mejorar a las riquezas y la grandeza de España. Pero no se dío cuenta de las consecuencias últimas de la ilustración de Cuba, que resultaría en un clase de hombres más poderosos que habían existido en la isla ya, y con más ánimos  de gobernarse a sí mismos.